En la pre-historia
Durante la
prehistoria surgen los primeros monumentos y el hombre comienza a dominar la técnica de trabajar con la
piedra.

El surgimiento de la arquitectura está asociado a la idea de abrigo. El abrigo, como construcción predominante en las sociedades primitivas, será el elemento principal de la organización espacial de diversos pueblos. Este tipo de construcción puede ser observado aún en sociedades no integradas totalmente a la
civilización occidental, tal como los
pueblos amerindios, africanos y aborígenes, entre otros. La presencia del concepto de abrigo en el inconsciente colectivo de estos pueblos es tan fuerte que marcará la cultura de diversas sociedades posteriores: varios teóricos de la arquitectura en momentos diversos de la historia (
Vitruvio en la antigüedad,
Leon Battista Alberti en el Renacimiento, y
Joseph Rykwert más recientemente) evocaron el
mito de la cabaña primitiva. Este mito, con variantes según la fuente, postula que el ser humano recibió de los dioses la sabiduría para la construcción de su
abrigo, configurado como una construcción de
madera compuesta por cuatro
paredes y un
tejado de dos aguas.
En la antigüedad

A medida que las comunidades humanas evolucionaban y aumentaban, presionadas por las amenazas bélicas constantes, la primera modalidad arquitectónica en desarrollarse fue esencialmente la
militar. En ese periodo surgieron las primeras
ciudades cuya configuración estaba limitada por la existencia de
murallas y por la protección de amenazas exteriores.
La segunda tipología desarrollada fue la
arquitectura religiosa. La
humanidad se confrontaba con un mundo poblado de
dioses vivos,
genios y
demonios: un mundo que aún no conocía ninguna
objetividad científica. El modo en que los individuos lidiaban con la transformación de su
ambiente inmediato estaba por entonces muy influenciado por las creencias religiosas. Muchos aspectos de la vida cotidiana estaban basados en el respeto o en la adoración a lo
divino y lo
sobrenatural. El poder divino, por lo tanto, era equivalente (o aún superaba) el poder secular, haciendo que los principales edificios dentro de las ciudades fueran los
palacios y los
templos. Esta importancia de los edificios hacía que la figura del
arquitecto estuviera asociada a los
sacerdotes (como en el
Antiguo Egipto) o a los propios gobernantes y que la ejecución fuera acompañada por diversos rituales que simbolizaban el contacto del hombre con lo divino.
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